Te amo. Ya no puedo expresárlo de otra manera. Es así. Simple, pero claro. Nada razonable, en absoluto normal. Tampoco tiene por qué serlo, lo prefiero así. Loco, apasionado, ilógico. Que nadie lo entienda, que se pregunten cómo esto sigue para adelante después de todo. Que no encuentren respuesta, porque no la hay. Simplemente es eso. Te quiero, me quieres. No hay más; no hace falta más. Que nos llamen empalagosos, insensatos, pesados. Que se mueran de la envidia. Que nos miren y piensen "joder, yo quiero un novio así". Enfádate conmigo cuando sea borde, ya me encargaré de quitarte el cabreo con un beso. Cógeme de la mano cuando vayamos por la calle, y parate para decirme que me quieres. Vamos a pasar tardes enteras tirados en un parque, viendo a la gente pasar e imaginandonos nuestro futuro. Un futuro perfecto. Vamos a desesperarnos esperando el día que podamos dormir juntos, todos los días de nuestras vidas. Soñar despiertos. Imaginémos que lo último que vea por la noche sean tus ojos esmeralda, y lo primero en rozarme por la mañana sean tus labios. Vamos a decirnos te quiero una y otra vez, aunque parezca repetitivo. Si es lo que sentimos, para qué callarlo. Abrazame cuando esté mal y hazme reir como si fuese el mejor día de mi vida, aunque me coma la mierda. Regáñame cuando le hablo mal a mi hermana, cambia mis cabreos por escalofríos. Llévame la contraria siempre, da igual de qué se trate el tema, no me darás la razón. Cuando te quite la cara cogeme más fuerte, y no me sueltes nunca. Negativo. Imposible. Prohibido. Nunca me sueltes. Y si lo haces iré detrás tuya hasta que me des un beso por cansina. Llámame cuando estés mal, o cuando estés bien, da igual. Llámame cuando me necesites, o simplemente cuando pienses en mí. Échame de menos, aunque acabe de irme. Eso me pasa a menudo, no puedo estar sin ti ni un poquito. Esto es, en parte, preocupante. Dependo de ti al completo. Si tú estás bien, yo estoy genial; si tu estás mal, yo me muero. Es sencillo.
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